Tras los cuarenta días en que la oración y el sacrificio han adquirido, o deberían haber adquirido, un papel más relevante de lo que de ordinario deben tener en la vida de un cristiano, y me refiero a la cuaresma, ahora llega la Semana Santa en la que conmemoramos el sacrificio de Jesucristo, que dio su vida para redimir los pecados de los hombres.
Ayer fue el primer día, el Domingo de Ramos. En este día se celebra la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén a lomos de un borrico, lo que se escenifica en la tradicional procesión de ramos que en muchos lugares se conoce como “procesión de la borriquita” o simplemente “la borriquita”.
Esa entrada en Jerusalén, vista con los parámetros de la actualidad, puede parecer poco triunfal, ya que hoy se menosprecia a los burros como un medio de transporte de pastores y gente de pocos recursos que ya ni se usa, pero en aquel entonces era un medio de transporte de grandes señores e incluso de reyes.
Parece llamativo, pero entonces los grandes señores que entraban en una ciudad aclamados por la multitud no lo hacían a lomos de recios caballos, sino sobre burros. Así pues, Jesús entró cual rey, aclamado como el Mesías por la multitud. Ello fue lo que molestó a los fariseos, que le increparon pidiéndole que hiciese callar a las gentes, a lo que replicó: “En verdad os digo que si estos callan, gritarán las piedras”.
Entró como Rey porque en verdad era Rey.
Ayer fue el primer día, el Domingo de Ramos. En este día se celebra la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén a lomos de un borrico, lo que se escenifica en la tradicional procesión de ramos que en muchos lugares se conoce como “procesión de la borriquita” o simplemente “la borriquita”.
Esa entrada en Jerusalén, vista con los parámetros de la actualidad, puede parecer poco triunfal, ya que hoy se menosprecia a los burros como un medio de transporte de pastores y gente de pocos recursos que ya ni se usa, pero en aquel entonces era un medio de transporte de grandes señores e incluso de reyes.
Parece llamativo, pero entonces los grandes señores que entraban en una ciudad aclamados por la multitud no lo hacían a lomos de recios caballos, sino sobre burros. Así pues, Jesús entró cual rey, aclamado como el Mesías por la multitud. Ello fue lo que molestó a los fariseos, que le increparon pidiéndole que hiciese callar a las gentes, a lo que replicó: “En verdad os digo que si estos callan, gritarán las piedras”.
Entró como Rey porque en verdad era Rey.
1 comentario:
Era y sigue siendo el único Rey ^_^
P.D. A ver si el tiempo acompaña esta Semana Santa y no se aguan las procesiones.
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