A ver si se enteran de una cosa: es cierto, muy cierto, que Gallardón es capaz de atraer una buena porción de votos de centro-izquierda, sí, lo reconozco, pero no es menos cierto que este señor despierta los recelos, cuando no las iras, de miles y miles de votantes de centro-derecha. Los pocos miles de votos que atraería este hombre por la izquierda, se verían mucho más que compensados con los que perdería por la derecha, muy especialmente fuera de Madrid donde no se puede ni ver a Ruiz Gallardón, y el cómputo final sería negativo.
Parece que muchos periodistas y muchos políticos del PP no se enteran del motivo real del famoso efecto Gallardón del que tanto se habló tras las anteriores elecciones municipales.
El cacareadísimo efecto consistió, según pude constatar en su día hablando con multitud de votantes del PP en el ayuntamiento de Madrid, en que todos habían pensado en no votarle pero tenían miedo de que, con semejante candidato, hubiese desbandada general y los votos al PP cayesen en picado, lo que daría la alcaldía a un pésimo candidato socialista, así pues le votaron. Lo mismo ocurrió el pasado domingo, muchos pensaron en votar AES, votar en blanco o abstenerse, pero el miedo al candidato socialista le dio de nuevo una aplastante mayoría a Gallardón, aunque menor de la que yo pensaba dado el fenómeno que se presentaba por el PSOE.
Esas mayorías no son, por tanto, mérito de D. Alberto, sino demérito de los terribles y desastrosos contrincantes políticos con los que se ha ido encontrando. Me gustaría haber visto el resultado si el candidato socialista fuese Bono, como en su día se dijo que podía ser.
Sinceramente pienso que la señora Aguirre debería dejar su puesto en la comunidad, que es incompatible con la labor parlamentaria, y presentarse como numero dos. Ahora bien, la situación ideal sería que el señor Rajoy, que ya ha demostrado suficientemente sus complejos y su poca contundencia, dejase su puesto en el liderazgo de la derecha y que ese puesto lo ocupase Doña Esperanza, la cual enlaza perfectamente con la derecha clara, contundente y sin complejos que hoy representan Sarkozy y Merkel.
Pero como a estas alturas, a diez meses o menos de las próximas elecciones generales, no parece que haya tiempo suficiente para el cambio y una limpieza dentro del partido, sospecho que Rajoy se presentará como candidato a la presidencia del gobierno y esperemos que no lleve a Gallardón como segundón. Pero temo que ello suponga una repetición de lo ocurrido el 14-M de 2004 y que después de una segunda legislatura de Zetapé ya no quede una España que gobernar.
La única razón que podría justificar la presencia de Gallardón en las listas sería una supuesta seguridad de que ello supondría la expulsión de la Moncloa del descerebrado que nos gobierna. Pero aún así, una vez llegados al gobierno, habría que ponerle el bozal y la correa de castigo para que no haga ninguna barbaridad. Y de cualquier manera, estoy convencido de que la presencia de este hombre no suponga más que un descenso de votos en términos netos.