Lo neoprogres socialdemócratas ya no me sorprenden. Los rojos y nazionalistas totalitarios ya no me sorprenden. Los asimilados a la neoprogresía que niegan esa condición y dicen ser de centroderecha tampoco me sorprenden (lo harían si realmente se comportasen como centroderecha). Los cejiteros y faranduleros, los que nos cobran derechos porque no saben ganarse la vida de otra forma ya no me sorprenden. Los liberados que no dan un palo al agua y dicen representar a quien no representan ya no me sorprenden. Los gallardonistas y los feijoistas y los esprancistas ya no me sorprenden.
Me planteo: ¿he perdido mi capacidad de sorprenderme?
Constato: Mis hijos me sorprenden a diario, luego no he perdido esa capacidad.
¿Qué sucede entonces? Pues que ellos han perdido la capacidad de sorprender. No hacen más que repetir lo que otros hicieron antes pero lo hacen peor que los de antes. Siguen un guión establecido y conocido hasta el aburrimiento. Aburren y provocan nausea, pero no sorprenden jamás.
En eso se ha convertido la política en España, en ausencia absoluta de capacidades.
Me planteo: ¿he perdido mi capacidad de sorprenderme?
Constato: Mis hijos me sorprenden a diario, luego no he perdido esa capacidad.
¿Qué sucede entonces? Pues que ellos han perdido la capacidad de sorprender. No hacen más que repetir lo que otros hicieron antes pero lo hacen peor que los de antes. Siguen un guión establecido y conocido hasta el aburrimiento. Aburren y provocan nausea, pero no sorprenden jamás.
En eso se ha convertido la política en España, en ausencia absoluta de capacidades.
3 comentarios:
No han perdido la capacidad de aburrir (¡hasta al caballo del fotógrafo, como decía mi madre!).
¡Vaaaale! Admito que esa capacidad no la han perdido, como tampoco la de meter la mano en la caja.
Bueno, bueno ... yo hablaba de capacidad de producir sentimientos en los demás. Si hablamos de capacidad de acción, cógete el código penal ... ¡arrasan!
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