Hoy tocan dos entradas porque el día lo merece: hoy es San Fermín.
San Fermín fue un santo del último cuarto del siglo III. Nació en Pamplona, hijo de un importante funcionario romano gobernador de la región de Pompaelo, Firmus, y desarrolló su labor principalmente en Amiens, Francia, de donde fue su primer obispo y donde falleció decapitado con tan solo 31 años.
Conoció el cristianismo de la mano de San Honesto con quien se formó. A los 18 años se ordenó en Tolosa y con 24 fue nombrado obispo. Predicó en Navarra, donde se supone que fue el primer arzobispo, y después fue enviado a Amiens. Allí fue perseguido y convirtió, según se cuenta, a cerca de 3000 personas en sólo 40 días. Fue encarcelado por sus ideas religiosas y decapitado por negarse a dejar de predicar.
Este santo y mártir es el patrón de Amiens y también de Navarra, pero este último patronazgo lo comparte con San Francisco Javier.
Pero esta historia no es algo comprobado y seguro. De hecho hay estudios de historiadores que dicen que, al igual que San Jorge, este santo es sólo fruto de una leyenda. Además, parece ser que la leyenda ha sufrido pequeñas variaciones desde su origen, supuestamente en el siglo IX. Se cree que la leyenda, que había surgido en Amiens, llegó a Pamplona en el siglo XII y se extendió a toda Navarra. Existían diferencias entra la versión pamplonica y la de Amiens que luego se unificaron. Todo ello fue estudiado por el bibliotecario de la Catedral de Pamplona, José Goñi, ya en los años 70 del siglo XX y llegó a la conclusión de que era una historia ficticia.
Hay varios santos que han sido reconocidos como apócrifos por la Iglesia, pero es algo poco transcendente ya que, si bien es difícil definir lo que es un santo, podemos tomar lo que dice la Archidiócesis de Madrid:
Como no se le escapa a nadie, cualquiera de estos santos, cuya existencia se ha demostrado falta de base histórica, sigue siendo un ejemplo de cómo se puede vivir el amor a Dios y ser una persona virtuosa y cercana al Creador.
A quienes las celebren: felices fiestas de San Fermín.
San Fermín fue un santo del último cuarto del siglo III. Nació en Pamplona, hijo de un importante funcionario romano gobernador de la región de Pompaelo, Firmus, y desarrolló su labor principalmente en Amiens, Francia, de donde fue su primer obispo y donde falleció decapitado con tan solo 31 años.
Conoció el cristianismo de la mano de San Honesto con quien se formó. A los 18 años se ordenó en Tolosa y con 24 fue nombrado obispo. Predicó en Navarra, donde se supone que fue el primer arzobispo, y después fue enviado a Amiens. Allí fue perseguido y convirtió, según se cuenta, a cerca de 3000 personas en sólo 40 días. Fue encarcelado por sus ideas religiosas y decapitado por negarse a dejar de predicar.
Este santo y mártir es el patrón de Amiens y también de Navarra, pero este último patronazgo lo comparte con San Francisco Javier.
Pero esta historia no es algo comprobado y seguro. De hecho hay estudios de historiadores que dicen que, al igual que San Jorge, este santo es sólo fruto de una leyenda. Además, parece ser que la leyenda ha sufrido pequeñas variaciones desde su origen, supuestamente en el siglo IX. Se cree que la leyenda, que había surgido en Amiens, llegó a Pamplona en el siglo XII y se extendió a toda Navarra. Existían diferencias entra la versión pamplonica y la de Amiens que luego se unificaron. Todo ello fue estudiado por el bibliotecario de la Catedral de Pamplona, José Goñi, ya en los años 70 del siglo XX y llegó a la conclusión de que era una historia ficticia.
Hay varios santos que han sido reconocidos como apócrifos por la Iglesia, pero es algo poco transcendente ya que, si bien es difícil definir lo que es un santo, podemos tomar lo que dice la Archidiócesis de Madrid:
podríamos decir que un santo es aquel cristiano que ha imitado a Nuestro Señor Jesucristo a través de una vida que se caracteriza por el cumplimiento en su vida del amor a Dios, que se concreta en la práctica de las virtudes o del acto supremo del martirio. La práctica del amor a Dios y de las virtudes, se realiza fundamentalmente en el ámbito en el que a cada uno le ha tocado vivir, siendo en el mismo un ejemplo para todos aquellos que le rodean.
Como no se le escapa a nadie, cualquiera de estos santos, cuya existencia se ha demostrado falta de base histórica, sigue siendo un ejemplo de cómo se puede vivir el amor a Dios y ser una persona virtuosa y cercana al Creador.
A quienes las celebren: felices fiestas de San Fermín.
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