De verdad que empiezo a estar un poco harto del tema Gallardón, de si es bueno o malo que el PP lo coloque en segundo lugar en sus listas electorales para las próximas elecciones generales, como él mismo parece desear. Empiezo a desesperarme al oír a los periodistas que se supone que defienden que Zetapé deje el gobierno cuanto antes, defender por activa y por pasiva la entrada de Gallardón en las listas.
A ver si se enteran de una cosa: es cierto, muy cierto, que Gallardón es capaz de atraer una buena porción de votos de centro-izquierda, sí, lo reconozco, pero no es menos cierto que este señor despierta los recelos, cuando no las iras, de miles y miles de votantes de centro-derecha. Los pocos miles de votos que atraería este hombre por la izquierda, se verían mucho más que compensados con los que perdería por la derecha, muy especialmente fuera de Madrid donde no se puede ni ver a Ruiz Gallardón, y el cómputo final sería negativo.
Parece que muchos periodistas y muchos políticos del PP no se enteran del motivo real del famoso efecto Gallardón del que tanto se habló tras las anteriores elecciones municipales.
El cacareadísimo efecto consistió, según pude constatar en su día hablando con multitud de votantes del PP en el ayuntamiento de Madrid, en que todos habían pensado en no votarle pero tenían miedo de que, con semejante candidato, hubiese desbandada general y los votos al PP cayesen en picado, lo que daría la alcaldía a un pésimo candidato socialista, así pues le votaron. Lo mismo ocurrió el pasado domingo, muchos pensaron en votar AES, votar en blanco o abstenerse, pero el miedo al candidato socialista le dio de nuevo una aplastante mayoría a Gallardón, aunque menor de la que yo pensaba dado el fenómeno que se presentaba por el PSOE.
Esas mayorías no son, por tanto, mérito de D. Alberto, sino demérito de los terribles y desastrosos contrincantes políticos con los que se ha ido encontrando. Me gustaría haber visto el resultado si el candidato socialista fuese Bono, como en su día se dijo que podía ser.
Sinceramente pienso que la señora Aguirre debería dejar su puesto en la comunidad, que es incompatible con la labor parlamentaria, y presentarse como numero dos. Ahora bien, la situación ideal sería que el señor Rajoy, que ya ha demostrado suficientemente sus complejos y su poca contundencia, dejase su puesto en el liderazgo de la derecha y que ese puesto lo ocupase Doña Esperanza, la cual enlaza perfectamente con la derecha clara, contundente y sin complejos que hoy representan Sarkozy y Merkel.
Pero como a estas alturas, a diez meses o menos de las próximas elecciones generales, no parece que haya tiempo suficiente para el cambio y una limpieza dentro del partido, sospecho que Rajoy se presentará como candidato a la presidencia del gobierno y esperemos que no lleve a Gallardón como segundón. Pero temo que ello suponga una repetición de lo ocurrido el 14-M de 2004 y que después de una segunda legislatura de Zetapé ya no quede una España que gobernar.
La única razón que podría justificar la presencia de Gallardón en las listas sería una supuesta seguridad de que ello supondría la expulsión de la Moncloa del descerebrado que nos gobierna. Pero aún así, una vez llegados al gobierno, habría que ponerle el bozal y la correa de castigo para que no haga ninguna barbaridad. Y de cualquier manera, estoy convencido de que la presencia de este hombre no suponga más que un descenso de votos en términos netos.
A ver si se enteran de una cosa: es cierto, muy cierto, que Gallardón es capaz de atraer una buena porción de votos de centro-izquierda, sí, lo reconozco, pero no es menos cierto que este señor despierta los recelos, cuando no las iras, de miles y miles de votantes de centro-derecha. Los pocos miles de votos que atraería este hombre por la izquierda, se verían mucho más que compensados con los que perdería por la derecha, muy especialmente fuera de Madrid donde no se puede ni ver a Ruiz Gallardón, y el cómputo final sería negativo.
Parece que muchos periodistas y muchos políticos del PP no se enteran del motivo real del famoso efecto Gallardón del que tanto se habló tras las anteriores elecciones municipales.
El cacareadísimo efecto consistió, según pude constatar en su día hablando con multitud de votantes del PP en el ayuntamiento de Madrid, en que todos habían pensado en no votarle pero tenían miedo de que, con semejante candidato, hubiese desbandada general y los votos al PP cayesen en picado, lo que daría la alcaldía a un pésimo candidato socialista, así pues le votaron. Lo mismo ocurrió el pasado domingo, muchos pensaron en votar AES, votar en blanco o abstenerse, pero el miedo al candidato socialista le dio de nuevo una aplastante mayoría a Gallardón, aunque menor de la que yo pensaba dado el fenómeno que se presentaba por el PSOE.
Esas mayorías no son, por tanto, mérito de D. Alberto, sino demérito de los terribles y desastrosos contrincantes políticos con los que se ha ido encontrando. Me gustaría haber visto el resultado si el candidato socialista fuese Bono, como en su día se dijo que podía ser.
Sinceramente pienso que la señora Aguirre debería dejar su puesto en la comunidad, que es incompatible con la labor parlamentaria, y presentarse como numero dos. Ahora bien, la situación ideal sería que el señor Rajoy, que ya ha demostrado suficientemente sus complejos y su poca contundencia, dejase su puesto en el liderazgo de la derecha y que ese puesto lo ocupase Doña Esperanza, la cual enlaza perfectamente con la derecha clara, contundente y sin complejos que hoy representan Sarkozy y Merkel.
Pero como a estas alturas, a diez meses o menos de las próximas elecciones generales, no parece que haya tiempo suficiente para el cambio y una limpieza dentro del partido, sospecho que Rajoy se presentará como candidato a la presidencia del gobierno y esperemos que no lleve a Gallardón como segundón. Pero temo que ello suponga una repetición de lo ocurrido el 14-M de 2004 y que después de una segunda legislatura de Zetapé ya no quede una España que gobernar.
La única razón que podría justificar la presencia de Gallardón en las listas sería una supuesta seguridad de que ello supondría la expulsión de la Moncloa del descerebrado que nos gobierna. Pero aún así, una vez llegados al gobierno, habría que ponerle el bozal y la correa de castigo para que no haga ninguna barbaridad. Y de cualquier manera, estoy convencido de que la presencia de este hombre no suponga más que un descenso de votos en términos netos.
6 comentarios:
Yo, desde luego, no le votaré.
# Interruptor, tienes toda la razón.
La gente vota al PP o contra el P$o€ o las dos cosas a la vez y esto beneficia a Gallardón.
En el PP saben esto perfectamente, entra dentro de sus cálculos: tantos votos de gente que no votaría otra cosa que el PP + posibles indecisos atraídos por un pri$aico como Gallardón.
HdeZP, creo que yo tampoco. Tendría que ver muy, pero muy mal el futuro de España para eso.
Cerrajero, la ecuación sería:
Votos conseguidos = “los de siempre” + (atraídos por Galli – espantados por Galli)
Temo que el resultado de lo que está entre paréntesis sea negativo, que muchos de “los de siempre” dejemos de votar al PP.
Gallardón, debería empezar a vivir los valores de la humildad y la lealtad, mejor le iría...ya se sabe "Que la avaricia rompe el saco".
Saludos de otro que no votará a Gallardón, al menos no hasta que aprenda a comportarse Civiliter.
Totalmente de acuerdo con tu análisis,interruptor.
Un amigo,ex colaborador y ejecutivo del grupo PRISA,me contó un dia,que la idea de Polanco era que Gallardón fuera el lider del PP,para que la alternancia en la Moncloa,fuera como pasar de una pista a otra sin despeinarse,y siempre que Polanco y sus terminales decidieran el momento;ora toca el PP,lo apoyamos.Ora toca el PSOE,lo apoyamos.
En el fondo,es el viejo sueño que tenía Hearst.
Coda:
Si Gallardón va como número 2 por Madrid,tras Rajoy,habrá movidas telúricas en el PP.
Decentes, Gallardón no sabe lo que es la lealtad, no ves que es progre.
Gutiforever, la neoprogresía con poder (Polanco sobre todo) quiere que Gallardón “crezca” dentro del partido porque es la manera de dinamitar el PP desde dentro.
De cualquier manera, si al final Rajoy cede al complejo que le domina y pone a Gallardón de segundo o tercero, nos veremos en una situación realmente comprometida: por un lado tenemos la seguridad de que Gallardón trabaja en la dirección de la neoprogresía, pero por otro lado, si repite Zetapé, puede que ya no lleguemos nunca más a otras elecciones.
Espero que Rajoy no me ponga en este dilema político y moral.
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