8 may 2007

Y llegó el momento de la declaración.

Ya está aquí ese doloroso momento que, año tras año, llega inexorable y en el cual debemos aclarar las cuentas con eso que se supone que somos todos, pero resulta terriblemente difícil entenderlo así, especialmente cuando comprobamos las barrabasadas que se hacen con el dinero público. Evidentemente me refiero a la declaración de la renta.

Pues sí, ahora es cuando comprobamos la proporción del resultado de nuestros esfuerzos que va a parar a las arcas del Estado, y comprobamos cómo, de cada euro que ganamos, hacienda se queda con X céntimos. Una X que siempre resulta ser un número demasiado elevado. Aún cuando nos sale negativa, nos contraría pues con ello comprobamos que hacienda se ha quedado con una X mayor de la que correspondía, dinero que, por supuesto, no nos devuelven con intereses como sería lógico.

Como a estas alturas ya me conocéis, supondréis que me voy a centrar en la cruz en la archifamosa casilla de la Iglesia Católica, y acertáis de pleno.

En este momento no dispongo de los enlaces para demostrarlo, ni del tiempo necesario para buscarlos, pero como tampoco es demasiado importante me voy a permitir el lujo de dar datos sin una referencia que los avale. Me estoy refiriendo a las cuentas grosso modo de la financiación de la Iglesia.

La Iglesia se autofinanciaba, hasta ahora, en un 96% y recibía, en virtud de los acuerdos del Estado con la Santa Sede, un 4%. No, que nadie se eche las manos a la cabeza porque el 96% le parece una exageración, ya que en él estoy incluyendo la asignación tributaria de los que marcan la casilla de la Iglesia. Eso que, al ser absolutamente voluntario, se puede considerar autofinanciación sin el más mínimo temor a equivocarse.

Ahora, nuestra neoprogresía gobernante y la europea, nos han llevado a la ruptura unilateral de los acuerdos entre la Iglesia y el Estado, así que la Iglesia española ha intentado paliar el efecto de tal ruptura unilateral y ha conseguido que el porcentaje del IRPF asignado en función de los que marcan la casilla sea un poquito mayor.

Me parece bien. Ahora ya nadie se puede quejar de que le quitan nada para dárselo a la Iglesia Católica. Los muy laicistas y anticatólicos que pululan por nuestro país ya no tienen es problema que les quitaba el sueño y ya pueden dormir a pierna suelta. Ahora sólo espero que si algún día necesitan comedor, ropa, cama o cualquier sosa, sean coherentes y no acudan a Cáritas, ni a las ayudas que todas las parroquias dan a los necesitados. No le deseo a nadie que se vea en esa situación, pero si les sucede espero que no “se vendan por un pedazo de pan”.

Bien, pues ahora es cuando los católicos debemos comprometernos un poquito y hacer algo que no nos cuesta absolutamente nada, que lo podemos hacer tanto si nos sale una declaración positiva como si nos sale negativa, e incluso si no temeos obligación de declarar podemos solicitar el modelo 104 y marcar la casilla de la Iglesia. Todo esto no nos cuesta ni un céntimo más y no quita que se pueda marcar también la otra casilla de ayuda a obras sociales. Sólo una nota a los católicos sobre la otra casilla, y es que de ese dinero salen las ayudas que van a parar, no sólo a ONGs que llevan a cabo una labor plausible, sino también a asociaciones que atacan directamente a la Iglesia, por poner tan sólo un ejemplo, la asociación española de gays, lesbianas y transexuales tengo entendido que recibe fondos de ahí, que alguien me corrija si eso no es cierto, por favor.

Y a los que no seáis católicos, pero consideréis valiosa la labor social de la Iglesia y el dinero que le ahorra al Estado haciéndose cargo de multitud de cosas que, de otra forma, habría que mantener íntegramente con fondos públicos, podéis hacerlo también.

Vamos, la Iglesia os necesita.

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