5 nov 2008

Cretinos cargantes.

El otro día iba la cosa de cretinos vía blog, hoy va de cretinos "en persona".

Sí, ya sé que últimamente parece que me quejo mucho, pero si no puedo desahogarme en mi blog, ya me diréis dónde puedo hacerlo. Así que voy a ello.

Seguro que todos conocéis a alguien con el que coincidís a menudo y que os resulta realmente cargante. Cuando este tipo de elementos son compañeros de trabajo y los tenéis que soportar a diario durante muchas horas, la cosa puede tomar dos carices según cómo las asimilemos; por un lado pueden llevarnos a un odio visceral y despertar nuestros más bajos instintos de depredador carnívoro, o por otro lado, puede abrirnos un camino de santificación si ofrecemos al Señor el terrible esfuerzo que nos supone aguantar a estos individuos con buena cara. Es lo que me decía un amigo bloguero hace unos días: “no digas este tipo me carga, dí este tipo me santifica”. La actitud descrita en segundo lugar es más aconsejable pero más difícil, muuuuuucho más difícil.

Y es que esto lo traigo a colación porque últimamente tengo nuevos compañeros y hay un par de ellos que son verdaderamente insoportables, por ello procuro tener con ellos el mínimo roce imprescindible para que el trabajo salga bien, pero no puedo evitar oír las conversaciones que se mantienen en la oficina.

Uno de ellos es de esos que no comprende la diferencia entre una persona con gracia y un graciosillo. No es capaz de abrir la boca sin hacer un chiste estúpido y facilón. Hasta sobre el accidente de Barajas estuvo haciendo chistes malos. Este es un memo especialmente destacado en esa habilidad de demostrar su idiocia permanentemente.

El otro es un jovencito que “acumula una experiencia vital digna de envidia”. Se hable de lo que se hable, él lo ha visto, lo ha sufrido, lo tiene, se lo ha dicho un experto, lo ha hecho o ha estado allí. O algunas veces es su padre o un amigo íntimo el que ha tenido la suerte de estar allí, haberlo visto, haberlo oído, etc. Como os podréis imaginar, de todo opina. Sea cual sea el tema, él siempre sabe de qué va y siempre tiene una opinión, da igual que se hable de las vanguardias artísticas, de los siete sabios de Grecia, de la economía de Kuala Lumpur o que se hable de física nuclear, él siempre sabe del tema, siempre tiene experiencia propia o información de primera mano. Por supuesto, no hace falta explicar el número de veces que mete la pata hasta la ingle y que los demás, por educación, se aguantan las ganas de reírse de él. La verdad es que a veces hay alguno que se ríe pero él ni se entera.

A lo mejor, con esto, os hacéis una idea del nivelón de algunas conversaciones que se pueden oír en mi oficina. Imaginaos a un imbécil haciendo gracietas sobre el accidente de Barajas y al otro bobo dando clases magistrales de cómo se pilota un avión, de mecánica y diseño aeronáutico o de seguridad aérea. Como para ponerse los auriculares y empezar a escuchar a toda pasta la BSO de El Señor de los Anillos para relajarse y no oírlos.

Aquí una ayuda por si tenéis al lado a alguien así:


11 comentarios:

Ignacio dijo...

Yo los mando a la mierda.
Luego dicen que tengo mala leche
pero me quedo muy a gusto.

Interruptor dijo...

Estoy seguro de que te quedas muy a gusto, yo lo hago en mi vida fuera del trabajo, pero procuro evitar los enfrentamientos por chorradas en el trabajo por no enrarecer demasiado el ambiente, que nos tenemos que soportar muchas horas todos los días

Embajador dijo...

Perdona tronco, pero me he reído un montón con tu historia. El único consejo que te puedo dar es ignorarlos y rezar por ellos. En último caso tener una conversación muy privada con cada uno, pero este es un asunto que requiere suma delicadeza y mano izquierda. Y sobre todo se consciente de que todos y cada uno de nosotros tenemos defectos cargantes para los demás, en serio.

ARCENDO dijo...

Aunque, como bien dices, a veces se hace necesario nadar y guardar la ropa, a mi se me hace muy dificil... y termino casi siempre termino...como Fernan Gomez, mandando ¡A la mierdaaaa!, al cretino de turno. Afortunadamente todavia no me ha llegado nunca la ocasión en el plano laboral, sino ya me habrían botado.
Saludos..

Elentir dijo...

Interruptor, después de leerte, sólo se me ocurre decir una cosa: gracias, Señor, por haberme llevado a ser autónomo.

Te aseguro, desde luego, que es la cosa que más agradezco de ser autónomo: no tener que aguantar las chorradas de un jefe ni de compañeros como los que te han tocado. A lo mejor me paso de misántropo, pero no veas lo bien que me viene...

Elentir dijo...

Ah, y por cierto, gracias por "El puente de Khazad Dum", lo estoy escuchando ahora mismo con los cascos. :-)

Interruptor dijo...

Embajador, los ignoro en lo que puedo y los soporto con paciencia y una sonrisa tomándolo como una mortificación diaria. Mira que si son mi camino hacia el Cielo.

Arcendo, suerte si no los tienes que soportar en el trabajo. Yo siempre he tenido algún compañero imbécil pero siempre he intentado llevarlo con paciencia por no hacer insoportable el ambiente de trabajo para todos.

Elentir, esa es la ventaja del autónomo, pero tú no tienes un camino de santificación tan bueno como el mío ;P
De nada.

Luis Amézaga dijo...

Evite las úlceras: al uno pídale todos los días que le cuente chistecillos y al otro pregúntele por la masa de los neutrinos. A ambos póngales cara de mucho interés. O son estúpidos terminales o acabarán dándose cuenta.

Interruptor dijo...

D. Luis, no quiero arriesgarme a que, de las dos opciones que usted me da, la correcta sea la primera. Es que me malicio que así será, especialmente en el segundo caso que comento ya que el susodicho no percibe cuando alguien se ríe de él, lo que sucede en algunas ocasiones.

Mejor dejarlos y tomarlo como un ejercicio de autocontrol.

o s a k a dijo...

el segundo tipo es un yoyas de libro

no, si yo ya... no, si yo ya...

n a c o
yayaaaaa

Anónimo dijo...

¿Y cuando el tema es su cesarea de hace 27 años?