Está corriendo por ahí, y no sé cuanto tiempo llevará, una cadena de correos electrónicos que avisan sobre los terribles peligros de consumir Actimel y Red Bull. A mí me llegó hace tres o cuatro días.
Sobre Actimel dice, resumiendo, que el cuerpo genera de forma espontánea la L Casei de marras que tanto anuncian y que, al dársela por vía oral, deja de producirla y uno se vuelve dependiente del Actimel para que el cuerpo funcione.
Sobre el Red Bull dice que es poco más o menos que una bomba de relojería que matará a todo el que la toma antes o después por un accidente cardíaco o cerebrovascular.
Como tengo por costumbre no creerme nada de estos correos, decidí dedicar 10 minutos de mi tiempo a hacer una pequeña búsqueda en la red y en el primer enlace ya encontré la primera referencia al correo que intenta desacreditar el Actimel, el cual alega un motivo que ya pensé yo en cuanto leí el correo: la L Casei Inmnunitas es una bacteria, y el cuerpo no produce bacterias, aunque la albergue estableciendo una relación de simbiosis.
Respecto al Red Bull no encontré ni confirmación ni negación de lo que en el correo se le atribuye. Lo que encontré es este estudio comparativo entra seis marcas de estas bebidas mal llamadas energéticas, que no son tal cosa sino estimulantes.
Lo que he deducido de este estudio y de otras referencias que he localizado es que estas bebidas contienen, además de un elevado nivel de cafeína, otras sustancias estimulantes que dan como resultado que una latita de estos productos equivalga a tomarse entre tres y cuatro cafés. Es evidente que esto no es demasiado sano y que el riesgo de accidentes circulatorios existe.
Claro que en el correo que recibí lo pinta como un horror y se centra en una sola marca, lo que hace pensar que es un intento de la competencia de desacreditar a la más famosa de estas bebidas.
Cambiando un poco el tema, y a raíz de un comentario del amigo Ignacio (el galáctico), me he acordado de las leyendas urbanas que circulan por ahí acerca del genial Groucho Marx.
Ignacio acuño una frase que, por ser él un bloguero novato, atribuyó a Groucho. Él nos explicará si la intención era que la frase corriese y pensó que siendo suya no lo haría, mientras que todo lo que se atribuye al genial cómico corre como un reguero de pólvora deflagrando (aprovecho para recordar el significado de “deflagración”).
La frase en cuestión es:
Sobre Actimel dice, resumiendo, que el cuerpo genera de forma espontánea la L Casei de marras que tanto anuncian y que, al dársela por vía oral, deja de producirla y uno se vuelve dependiente del Actimel para que el cuerpo funcione.
Sobre el Red Bull dice que es poco más o menos que una bomba de relojería que matará a todo el que la toma antes o después por un accidente cardíaco o cerebrovascular.
Como tengo por costumbre no creerme nada de estos correos, decidí dedicar 10 minutos de mi tiempo a hacer una pequeña búsqueda en la red y en el primer enlace ya encontré la primera referencia al correo que intenta desacreditar el Actimel, el cual alega un motivo que ya pensé yo en cuanto leí el correo: la L Casei Inmnunitas es una bacteria, y el cuerpo no produce bacterias, aunque la albergue estableciendo una relación de simbiosis.
Respecto al Red Bull no encontré ni confirmación ni negación de lo que en el correo se le atribuye. Lo que encontré es este estudio comparativo entra seis marcas de estas bebidas mal llamadas energéticas, que no son tal cosa sino estimulantes.
Lo que he deducido de este estudio y de otras referencias que he localizado es que estas bebidas contienen, además de un elevado nivel de cafeína, otras sustancias estimulantes que dan como resultado que una latita de estos productos equivalga a tomarse entre tres y cuatro cafés. Es evidente que esto no es demasiado sano y que el riesgo de accidentes circulatorios existe.
Claro que en el correo que recibí lo pinta como un horror y se centra en una sola marca, lo que hace pensar que es un intento de la competencia de desacreditar a la más famosa de estas bebidas.
Cambiando un poco el tema, y a raíz de un comentario del amigo Ignacio (el galáctico), me he acordado de las leyendas urbanas que circulan por ahí acerca del genial Groucho Marx.
Ignacio acuño una frase que, por ser él un bloguero novato, atribuyó a Groucho. Él nos explicará si la intención era que la frase corriese y pensó que siendo suya no lo haría, mientras que todo lo que se atribuye al genial cómico corre como un reguero de pólvora deflagrando (aprovecho para recordar el significado de “deflagración”).
La frase en cuestión es:
La historia es una sucesión sucesiva de sucesos sucedidos sucesivamente
Y parece que ha tenido éxito. Yo ya la había visto varias veces.
El caso es que la mitad de las cosas que se cuentan de Groucho son falsas, y la mitad de lo que se le atribuye no es suyo. Y el ejemplo más curioso es el de su ya archifamosísimo epitafio:
Disculpen que no me levante