Si en algún momento tengo ganas y oportunidad puede que escriba algo pero no es muy probable.
Cuando regrese, con ánimos renovados, os visitaré en vuestros blogs para recordaros que existo :o)
Un abrazo y que disfrutéis, que yo haré lo mismo.
A modo de despedida os dejo un mini-relato en tono humorístico que escribí en una ocasión como comentario a un post sobre vacaciones estivales y que cuenta la llegada de un padre al lugar de veraneo.
Vacaciones estivales, menudo tesoro.
¡María! ¿Dónde está mi bañador? ¿No se te habrá olvidado meterlo en la maleta? ¡Ah! Y las chanclas también. Pero… ¡coño! Otra vez se nos han quedado las chanclas en casa. Muy bien, pues nada al mercadillo a comprar otras por el doble de lo que valen y que se me romperán en tres días.
Vamos a ponernos los bañadores a ver si podemos “estrenar” la playa de una vez. ¡¡Ay que leches!! Que el bañador no me vale, que he engordado y necesito uno más grande. Sí, eso, María, tú restriégamelo por las narices. Encima de que he engordado y de que no tengo bañador tú repróchame que no me lo hubiera probado antes de salir de casa. ¡Hay que joderse!
Eso, y encima la toalla que me la ha robado el niño porque la suya es muy infantil. Pues nada, que no se preocupe que ya voy yo con la toalla de pokemon. ¡Brrrrrrrr!
Bueno, menos mal. No ha sido tan terrible pasar por el mercadillo y comprar unas chanclas y un bañador. Bueno, lo del bañador… ¿cómo es posible que en cinco puestos no tengan bañadores de mi talla? ¡¡¿Qué pasa, que si no eres un niñato de gimnasio luciendo musculito no puedes ponerte en bañador?!!
¡¡La leche!! No sabía que en la playa cupiese tanta gente. María, fíjate bien a ver si ves algún hueco donde echar la toall… ¡¡Mierda!! Oiga, tenga cuidado que me ha tirado la coca cola por encima.
Por fin, un hueco. ¡Aaaaah! ¡Qué gusto estar en la pla… ¡Joder! ¡Niño, ve a echarle arena en la cara a tu mamá! ¡La madre que lo parió! Me ha puesto perdido de arena. Me voy a dar un bañito y de paso me quito las arenas.
¡Joder! Ahora he pisado una pelotilla de alquitrán y me he puesto el pie perdido. ¡Coño! ¡Qué fría está el agua! ¡Joder! ¡Otra vez el niñito de los huevos ahora salpicando! Mejor será ir al bar a tomar una cerveza.
Oiga, póngame una cañ… Oiga, por favor. Mire usted, quiero… Oiga, una ca… Por favor, una… ¡Que ese señor llegó después de mí! ¡Es que aquí no hay manera de que le atiendan a uno! ¿Cómo que no me enfade? Si ha atendido usted a media ciudad antes de hacerme caso. Póngame una caña y unas aceitunas. ¡Ah! Que se le ha terminado el barril, bueno pues un botellín. ¡Ah! Que no tienen aceitunas. Pues póngame cualquier cosilla, cacahuetes o patatas fritas. ¿Que tampoco tiene? ¡¡¡Pues póngame unas gambas!!!
¿Se habrá olvidado de mí el camarero? Ya hace media hora que le he pedido y aún no me ha servido. Oiga, ¿se acuerda usted de lo mío? ¡¡No!! No he pedido pescaditos, le he pedido una cerveza y unas gambas. ¡Por fin! ¡¡Puajjjj!! La cerveza está calentorra. Es igual, me la tomo, que si pido otra no salgo de aquí hasta mañana.
Oiga, cóbreme. ¡¡¡¿¿Cuánto??!!! Y a mí que me cuenta de las cervezas de importación, si yo quería una caña.
María me voy al apartamento, te espero allí.
¡Mierda!, las llaves que se me han quedado en la playa. Otra vez a la playa a por las llaves.
¡Bufff! ¡Por fin! Al final lo mejor es sentarse en el sillón a ver la tele. Lo que no sé es por qué diablos me gasto un pastón en alquilar un apartamento para hacer lo mismo que en casa. Todo sea porque son las vacaciones.