Desde que UCD desapareció de la política española, se ha hablado de una bolsa de votantes de centro que eran los que decidían los resultados electorales. Bajo esa premisa, tanto el PSOE como el PP han intentado decir que ellos representaban al centro, fuese o no cierto, con la pretensión de captar esos votos que pensaban que les proporcionarían las mayorías suficientes para gobernar. Si valoramos los resultados de las diversas convocatorias electorales y de las múltiples encuestas, estos votantes suponen una bolsa de alrededor de medio millón. Esto puede ser suficiente para cambiar mayorías simples, pero se me antoja escaso para otorgar o denegar mayorías absolutas. Por otro lado, ese voto no es fácil de conseguir ya que corresponde a personas que, en general, ni ellos mismos son capaces de definirse, entre el centro-derecha progresista y el centroizquierda. Si ellos mismos no tienen clara su situación política, es evidente que es un voto tan difícil de conseguir como fácil de perder.
Por otro lado tenemos eso que últimamente se ha denominado la “izquierda volátil”. Si miramos los votos que varían dando y quitando escaños a los partidos de izquierda, comprobamos con facilidad que se trata de una bolsa de alrededor de dos millones de votos. Esos son los votos que ha conseguido captar el PSOE en las últimas elecciones con su estrategia de acercamiento a los más radicales y que, junto con los votos de la bolsa del centro conseguidos con la estrategia del enfrentamiento, han supuesto esa mayoría considerable.
Pero hay una bolsa de votantes que nunca se tiene en consideración porque se hace casi invisible. Me refiero a lo que podríamos denominar, por conservar la nomenclatura, la “derecha volátil”. Sí, aunque a algunos les sorprenda existe una bolsa que yo, en función de los resultados electorales de las cuatro últimas generales y de lo que puedo tantear a mi alrededor, cifro en alrededor de un millón de votos, puede que algo más.
¿Por qué esa bolsa de votantes apenas se nota? Pues por la falta de opciones. Un votante de izquierda al que no guste la manera de hacer de un candidato socialista concreto, tienen la opción de votar a otros partidos de izquierda que obtienen una representación parlamentaria suficiente como para que su voto tenga alguna relevancia en el reparto de poder. Votando a IU o a partidos nacionalistas, del tipo de ERC o del BNG, que obtienen una cierta representación parlamentaria, se pueden llevar a cabo pactos que les den una cierta cuota de poder (generalmente superior a la que su número de votos le debería de dar). Eso además de las opciones del voto en blanco o la abstención.
Pero ¿qué opciones tiene una persona de derechas a la que no le gusta la manera de hacer del PP? Ninguna que tenga la más mínima relevancia a la hora del reparto de poderes. Tan sólo hay un conglomerado de pequeños partidos, muchos de ellos que aparecen y desaparecen sin conseguir una consolidación, pero ninguno capaz de conseguir una representación significativa. Además de alguno que otro de extrema derecha que no tiene casi votos porque, entre la derecha, los extremismos no fraguan. Lo que lleva a que la persona de derechas que no esté por la labor de apoyar al PP, no vote o vote en blanco. Conozco numerosos casos de estos dos tipos.
Es cierto que si esas personas votasen en bloque a alguno de esos pequeños partidos (por poner un ejemplo, podríamos referirnos a la CTC o AE) conseguirían una representación importante y que podría ser muy útil para una cierta regeneración de la derecha, pero a cualquiera que se lo plantee se le presentará una imagen de partidos con poco futuro que le desanima.
Si un partido mayoritario de derechas, como es el PP, consiguiese esa bolsa de votos, estaría a las puertas de la mayoría absoluta o la conseguiría como de hecho sucedió en el año 2000. Si además es capaz de conseguir el voto de centro, la mayoría absoluta estaría casi garantizada, aunque reconozco que es complicado conseguir votos por la derecha y la izquierda a la vez, pero se puede.
Mientras el PP no se mentalice de esto, seguirá con su complejo, manteniendo su centrismo, manteniendo a sus Gallardones y Feijoos, que le aportarán entre 200.000 y 300.000 votos de ese “centro-derecha progresista” que no da ni quita, pero tirarán a la basura un millón por la derecha. Que sigan así y terminarán regalando el país a la izquierda para siempre.
Por otro lado tenemos eso que últimamente se ha denominado la “izquierda volátil”. Si miramos los votos que varían dando y quitando escaños a los partidos de izquierda, comprobamos con facilidad que se trata de una bolsa de alrededor de dos millones de votos. Esos son los votos que ha conseguido captar el PSOE en las últimas elecciones con su estrategia de acercamiento a los más radicales y que, junto con los votos de la bolsa del centro conseguidos con la estrategia del enfrentamiento, han supuesto esa mayoría considerable.
Pero hay una bolsa de votantes que nunca se tiene en consideración porque se hace casi invisible. Me refiero a lo que podríamos denominar, por conservar la nomenclatura, la “derecha volátil”. Sí, aunque a algunos les sorprenda existe una bolsa que yo, en función de los resultados electorales de las cuatro últimas generales y de lo que puedo tantear a mi alrededor, cifro en alrededor de un millón de votos, puede que algo más.
¿Por qué esa bolsa de votantes apenas se nota? Pues por la falta de opciones. Un votante de izquierda al que no guste la manera de hacer de un candidato socialista concreto, tienen la opción de votar a otros partidos de izquierda que obtienen una representación parlamentaria suficiente como para que su voto tenga alguna relevancia en el reparto de poder. Votando a IU o a partidos nacionalistas, del tipo de ERC o del BNG, que obtienen una cierta representación parlamentaria, se pueden llevar a cabo pactos que les den una cierta cuota de poder (generalmente superior a la que su número de votos le debería de dar). Eso además de las opciones del voto en blanco o la abstención.
Pero ¿qué opciones tiene una persona de derechas a la que no le gusta la manera de hacer del PP? Ninguna que tenga la más mínima relevancia a la hora del reparto de poderes. Tan sólo hay un conglomerado de pequeños partidos, muchos de ellos que aparecen y desaparecen sin conseguir una consolidación, pero ninguno capaz de conseguir una representación significativa. Además de alguno que otro de extrema derecha que no tiene casi votos porque, entre la derecha, los extremismos no fraguan. Lo que lleva a que la persona de derechas que no esté por la labor de apoyar al PP, no vote o vote en blanco. Conozco numerosos casos de estos dos tipos.
Es cierto que si esas personas votasen en bloque a alguno de esos pequeños partidos (por poner un ejemplo, podríamos referirnos a la CTC o AE) conseguirían una representación importante y que podría ser muy útil para una cierta regeneración de la derecha, pero a cualquiera que se lo plantee se le presentará una imagen de partidos con poco futuro que le desanima.
Si un partido mayoritario de derechas, como es el PP, consiguiese esa bolsa de votos, estaría a las puertas de la mayoría absoluta o la conseguiría como de hecho sucedió en el año 2000. Si además es capaz de conseguir el voto de centro, la mayoría absoluta estaría casi garantizada, aunque reconozco que es complicado conseguir votos por la derecha y la izquierda a la vez, pero se puede.
Mientras el PP no se mentalice de esto, seguirá con su complejo, manteniendo su centrismo, manteniendo a sus Gallardones y Feijoos, que le aportarán entre 200.000 y 300.000 votos de ese “centro-derecha progresista” que no da ni quita, pero tirarán a la basura un millón por la derecha. Que sigan así y terminarán regalando el país a la izquierda para siempre.
9 comentarios:
Yo no creo que la "derecha volatil" exista,pero estoy muy interesado en la evidencia numérica que demuestre que de hecho existe. El famoso artículo de El Pais sobre la "izquierda volatil" es muy claro respecto a la evidencia numérica, de la misma forma que demuestra bastante solidamente la no existencia de la volatilidad en la derecha cuyos votantes resultan sorprendentemente fieles. Pero insisto, si tienes hecho un análisis numérico estoy muy interesado en conocerlo.
Mi impresión es que había una bolsa de votos que perfectamente podía ir a parar al Psoe o al PP dependiendo de circunstancias nacionales y locales. Hoy eso ya es inviable. La elección del zapaterismo de escorarse hacia el barranco, hace que su victoria se base en que los suyos, y los más radicales de izquierda que opten por el voto útil, le voten. Si consigue movilizarlos, ganará. El PP cuenta con la derecha y muchos votos de la clase media que carece de ideología. Las posturas se han aclarado mucho en todos los aspectos (eso se lo debemos a este gobierno) y hoy en día la movilidad del voto es muy difícil. Estamos a tiempo de formar un nuevo partido desde la blogosfera para dar más opciones.
Embajador, evidentemente toda esta entrada es un opinión mía, no es el resultado de una riguroso estudio estadístico, pero paso a explicarte el porqué de esa opinión.
No puedo darte datos numéricos porque carezco de ellos. Pero considero que el artículo del El País parte de un error para llegar a sus conclusiones. Dicho artículo da por hecho que el crecimiento o el descenso de la abstención se deben en su totalidad al voto volátil de izquierda, y no hace absolutamente ninguna referencia a los pequeños partidos de izquierda, especialmente al nacionalismo.
Según mi experiencia personal, que ya sé que no es más que mía y solo mía y no puede ser considerada como un dato estadístico, una buena parte del voto que deja de ir a la cuenta del PSOE y de IU va a parar a partidos nacionalistas, a veces de primera fila y a veces de segunda o tercera. De manera que las variaciones de la abstención son debidas en un buen porcentaje a la derecha. Mi intuición es que aproximadamente un tercio, pero no es más que mi intuición.
Esta intuición mina se debe a mi entorno. Entre la gente de la cual conozco sus inclinaciones políticas además de su intención de voto, puedo cuantificar aproximadamente que tres cuartas partes son de derechas y un cuarto de izquierdas. Esto no quiere decir nada salvo que los ambientes en los que me muevo son concordantes con mi manera de pensar. Ahora viene lo que sí me hace intuir lo anteriormente dicho. De la gente de izquierdas que conozco sus intenciones de voto, TODOS votan a alguien, sea PSOE o sean nacionalistas y alguno a IU. De la gente de derechas que conozco, entre un 20 y un 25% normalmente se abstienen o votan en blanco, salvo en el 2000 que algunos de ellos votaron al PP.
El problema es que esa derecha, a la que yo llamo ahora volátil por asimilar la terminología, es muy difícil de cuantificar porque normalmente se abstiene o vota en blanco, rara vez vota al PP.
No conocía los datos que aportaba el artículo de El País ya que solo había leído un resumen con las conclusiones, pero ahora lo acabo de leer y veo la cuantificación del centro y de la izquierda volátil es similar a la que yo había hecho, pero él no considera una derecha volátil y yo estoy convencido de su existencia.
Repito que esto no es más que una opinión personal, que puede ser tan errónea como cualquier otra. Esto es un blog personal y no un periódico, así que pongo mis impresiones. Si tenéis la libertad de dar crédito o no a un periódico, imagínate lo que podéis opinar de lo que yo digo, pero no me lo digáis por favor ;o)
Por cierto, una consideración que se me olvidaba. Si tal como apunta el artículo de EL País, el voto del PP sólo varía en ese 0,6 millones de personas del grupo de centristas, ¿qué explicación tiene que el PP, entre las elecciones de 1993 y las de 2000 (7 años solamente), haya aumentado sus votantes en más de 2 millones? Según esa teoría no podría haber subido más de la suma de su voto cautivo (el del 93) más el de centro (0,6 millones). El otro millón y medio se le escapa al articulista de El País. Yo se lo asigno, en gran parte, a la derecha volátil.
La verdad es que voto por exclusión. Fundamentalmente para que unos no ganen tienen que ganar los otros.
Así que voto a esos otros que al 100% no me acaban.
Ahora tengo más claro que les tengo que votar porque las opciones son mucho mucho mucho peores.
Lo que yo creo es que el actual bipartidismo debe escindirse en tres o cuatro nuevos partidos. Un partido de derecha moderada-conservadora y otro partido liberal-progresista o socioliberal representando a eso que denominamos derecha política y social. Vamos, al estilo de los tories y los whigs del sistema británico.
Por otra parte, la izquierda quedaría representada por un partido progresista de centro-izquierda y otro partido socialdemócrata, representante de la izquierda liberal pero de más carácter social. Ambos partidos se repartirían el electorado moderado de izquierdas y del centro-izquierda, en imitación ambos de los laboristas británicos o del SDP alemán, conformando esa tercera vía que denominaremos "nuevo progresismo". Saludos.
Ok. Bla@ck, yo me apunto a una escisión dentro del PP y otra dentro del PSOE y, posteriormente, a pactos de gobierno en los que no se necesite a los nacionalistas.
Ahora sólo falta convencer a los líderes de ambos partidos. Los del PP están muy orgullosos ellos porque se creen que han unificado toda la derecha, y lo que han hecho es dejar sin opción a mucha gente de derechas, y los del PSOE están muy a gusto con el poder a base de pactos con nacionalistas. Así que ¿cómo lo hacemos?
Pues ya ha comenzado. La UPD ya puede representar ese progresismo liberal. Nos faltan un partido socialdemócrata y uno liberal-progresista. Saludos.
Pues tienes razón. Ojalá tengan éxito y cunda el ejemplo.
Un saludo.
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